Seguramente cuando Marisol se acercó al mundo de la cerámica no sospechaba lo que se le venia encima, y no es cosa que a todos nos ocurra, solo algunos "desgraciados" van quedando atrapados en la alquimia y van de faquires por la vida, jugando con fuego, provocando a la naturaleza, trasmutando materias y tratando de encontrar la piedra filosofal que ya encontraron con solo buscarlo, sin sospecharlo. (...)
Productos son de amor estas vasijas, y a ellas nos acercamos con el respeto de encontrarnos ante el alma fragmentada de quien la hizo.
Arcadio Blasco. Bonalba, diciembre 1988
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